11 de octubre de 2012

No estamos en deuda: precariedad y deudocracia

Reflexiones en torno a la precariedad y a la deuda, con motivo de la Semana de la Deuda y la convocatoria el próximo 13 de Octubre:

A día de hoy todas manejamos una serie de conceptos económicos que oímos en la prensa todos los días: Prima de riesgo, deuda privada, deuda pública, economía financiera... Para ello ha tenido que estallar la mayor crisis económica desde el Crack del 29 y hemos tenido que ver cómo van rescatando uno a uno a los países del sur de Europa como les pasaba a las economías latinoamericanas hace 20 años.

El plan del neoliberalismo, como muestra claramente Naomi Klein en la “Doctrina del Shock”,  no es un plan de los últimos 5 años, si no un plan orquestado por élites políticas y económicas para reapropiarse de las plusvalías recuperadas por las organizaciones obreras en los años posteriores a la II Guerra Mundial. Este plan tiene como elemento clave la cuestión de la deuda, pues como sostiene Maurizio Lazzarato, estamos ante la construcción del “hombre endeudado” como forma de control de la sociedad.

En este momento estamos viendo la resolución de un proceso que viene de lejos y que ahora nos deja miseria, desempleo y recortes; pero que hace unos años fue lo que mantuvo el “milagro” español del ladrillo. Este proceso nos deja consecuencia económicas visibles pero también consecuencias sociales que sólo ahora estamos averiguando. En el mundo del trabajo estos últimos años hemos visto como en el marco de la denominada economía real se producía una huída del trabajo.

Desindustrialización de Europa, temporalidad, liberalización de mercancías y asunción de costes laborales miserables de países periféricos... Esto que en el Estado español se ha venido llamando la Reconversión industrial ha significado una caída de los salarios reales y un empobrecimiento generalizado de las trabajadoras (sea por falta de aumentos salariales o por la precariedad creciente), además la caída de la productividad se ha acompañado de una creciente tendencia de vaciamiento del estado social (que ya en el país era bastante pobre).

En un modelo económico que sólo se mantiene mediante el crecimiento perpetuo, este desmantelamiento de la economía real y de empobrecimiento de sus trabajadoras ha sido sustituido por la economía financiera. Una economía financiera que ha generado una potenciación del crédito (Deuda) como forma de garantizar un consumo que se ha visto recortado por la bajada de salarios y una tendencia al accionariado popular, que nos llevará a una sociedad de propietarios.

Pero la relación de la economía real y la economía financiera no se ha finalizado en este quid pro quo si no que la relación ha sido organizada de forma conjunta. La financiarización de la economía ha tenido como consecuencia que los beneficios empresariales no dependen de su producción directa si no de su actividad financiera, que es la que mantiene los dividendos estables.

Por tanto, como se vio en la crisis de General Motors, el problema no fue su elemento productivo (el cual llevaba varios años en crisis), si no que con la crisis de las subprime su cartera financiera se hundió y debió pedir al estado estadounidense la inyección de capital que la salvase. Al final, la creación de burbujas financieras basadas en la deuda que sostenían (y sostienen) a la economía real ha sido asumida por los estados en forma de deuda pública.



En el mundo del empleo además se ha visto cómo se ha potenciado la visión del emprendedor como forma de salida de un mundo del trabajo que se hundía

Los emprendedores del neoliberalismo no configuran su actividad como profesionales liberales; sino que son trabajadores dependientes del ciclo económico-productivo general, se ha externalizado la producción y se ha difundido por el cuerpo social. Los emprendedores configuran su relación con las multinacionales en una relación de subordinación absoluta pero sin la capacidad de influencia que el trabajador tenía en el ciclo productivo. Se configura una deuda entre emprendedor y sistema económico que refuerza el imaginario colectivo de que no puede cambiar nada y que deben confiar en los expertos (del FMI, políticos, banqueros...) para gestionar el ciclo del que dependen.

Estas trabajadoras emprendedoras y las trabajadoras formalmente hablando (precarias incluidas) han visto que sus rentas se ven congeladas, en el mejor de los casos, pero que fueron sustituidas por rentas financieras (créditos al consumo, hipotecarios, planes de pensiones...). Esta asunción de deudas sociales fue la respuesta neoliberal a la petición de nuevos derechos o mayor universalidad de los mismos. En algunos casos, como en el caso del derecho a la vivienda, la deuda fue asumida por las familias y en otros como la sanidad y las pensiones por parte del estado. Por lo tanto en el momento en que el mundo financiero se hundió los acreedores sólo tuvieron que reclamar los impagos.

Estos impagos en muchos casos están siendo asumidos como deuda pública o privada socializada; pero también está siendo asumida como dijimos antes como comportamientos sociales debidos. Esta deuda de comportamiento no es más que la culpabilidad de los deudores. 


Tal como reseñaba Maurizio Lazzarato, la deuda genera comportamientos de culpabilidad y el neoliberalismo ha conseguido también socializar éstos. Las administraciones públicas recortan en derechos y partidas sociales para “comportarse” como buen deudor y dar confianza a los mercados; a la ciudadanía le piden que se “comporte” bien porque debemos mucho dinero entre todos y que por ello debe aceptar cualquier empleo, cualquier macro casino, debe quedarse en casa y no montar jaleo. Los mercados están actuando como auténticos usureros de los bajos fondos, pidiéndonos explicaciones por deudas impagadas  (en muchos casos deudas que ellos mismos asumieron y que el estado ha socializado), con el argumento que no podemos priorizar hacer nuestra vida normal (y no pagar su deuda)sino que tenemos que priorizar sus beneficios a nuestra vida y como auténticos matones nos dicen que si no seguimos sus normas ellos tomarán medidas, atacando nuestros derechos en los mercados de deuda.

Por tanto, sabemos que la precariedad es consecuencia directa de las medidas de un 1% para recuperar el terreno que siglos de luchas les habían hecho perder. No estamos dispuestas a que una deuda ilegítima creada por ellos mismos para empobrecernos y precarizar nuestra vida sea la soga en nuestro cuello. Por ello exigimos una auditoria de la deuda y la declaración de impago de toda deuda ilegítima. 

Exigimos que la vida y los derechos sean prioritarios al pago de la deuda (eliminando la reforma del artículo 135 de la constitución que el R€gimen del PP$O€ aprobó en agosto de 2011). Pero también apostamos por un cambio de comportamiento: desobedece, no admitas el chantaje; tenemos que romper con la economía de crecimiento perpetuo de beneficios privados del 1% y apostar por una economía de lo social que fomente una vida que merezca la pena ser vivida para el 99%