Somos su crisis. Somos su problema, un problema de tal dimensión que sus ojos no se atreven a mirar.
La vieja universidad, la elitista, parecía cómoda entre promesas de hiperformación, de pleno empleo al terminar los estudios, de generación de una capa de intelectuales y técnicos llamados a erigirse como clase eminente, como fuerza de mando y control sobre las mayorías.
Hasta el momento exacto en el que los de abajo, los
explotados, se rebelaron y entendieron que la formación y la educación no era
un privilegio, sino un derecho social. Como nunca nadie les había regalado
nada, lo tomaron y con el paso del tiempo trastocaron las funciones de la
institución universitaria convirtiéndose en un espacio de masas.
Pero en la lógica de rentabilización de lo común, el mercado de trabajo y las élites económicas han presionado hacia la reconversión en clave mercantilizadora de la universidad, dando como producto la mutación de ésta en una universidad-empresa, cumpliendo un rol específico atendiendo a las nuevas formas de explotación del capital, la de la continuación de las desigualdades sociales actualizando la disyuntiva oprimidos/opresores.
Y en este proceso, en esta encrucijada, la precariedad
se traduce transversalmente como condición de la juventud y también del
estudiantado. Precarias en formación, homogéneas y explotadas de la misma
forma: mercancía de la universidad-empresa.
Y hoy, en medio de la gran estafa, la universidad
pública (o lo que queda de ella) se encuentra amenazada, intervenida y el
estudiantado alienado, impotente y poco organizado.
-Nos dijeron que tendríamos trabajo fijo y con derechos. En este país hay más de un 50% de desempleo juvenil y miles de jóvenes se ven obligados a emigrar; porque sabemos que no nos vamos, nos echan.
-Nos dijeron que tendríamos buena formación y cualificación; “Bolonia” ha reducido materias y descualificado la formación.
-Nos dijeron que tendríamos buena formación y cualificación; “Bolonia” ha reducido materias y descualificado la formación.
-Nos prometieron ritmos de vida y estudio agradables
para la investigación; sufrimos el día a día de los ritmos del grado
universitario, las prácticas y la proletarización de nuestras condiciones de
vida.
-Nos engañaron con el acceso universal y público a
la universidad; vemos cómo se implanta un modelo elitista de la misma, como
suben las tasas, como se eliminan las becas, teniendo que trabajar en negro o
en condiciones precarias.
Por todo esto somos su crisis. Porque han engendrado un monstruo que va a liberar todas sus potencias, que va a devolver todas y cada una de las agresiones, que va a reconquistar todos y cada uno de los derechos perdidos, que va a reclamar un conocimiento no mercantilizado y que va a destruir todo engranaje de explotación, alienación y de precarización.
Grecia, Italia, UK, Canadá y Chile nos enseñan el camino, y aquí recogemos el testigo.
Este texto es una declaración de guerra; este curso,
la revuelta estudiantil ha llegado para quedarse, porque en la medida en la que
nos encontramos sin universidad, nos vamos mostrando sin miedo.
Llamamos desde el primer día de curso a la autoorganización,
a la desobediencia, a la canalización de la rabia y a la potenciación de las
rebeldías. Llamamos al bloqueo, a la huelga, a la acción, al sabotaje y a la
puesta en práctica de nuevas formas de lucha.
“Ni escuela de
élites, ni fábrica de precarias: Por una universidad del 99%”